MI PAPÁ LE GANA AL TUYO EN UNA PELEA

No tengo la menor idea de cómo pelea mi viejo. Nunca lo vi pelear, y tampoco me lo imagino. No sé si quiero verlo. Creo que ni quisiera tengo que verlo, y no porque lo pueda llegar a hacer mal. Como no me lo imagino, tengo miedo con lo que me pueda llegar a encontrar. O porque tal vez no quiera ver que realmente no le ganaba a los papás de mis compañeros de escuela.

Entonces, cómo se explica que durante tantos años haya sido como un súper héroe para mí. Nunca lo vi pelear y siempre estuvo a la altura de Batman o Súperman. ¡Qué injusto para estos santos encapotados! Ellos debieron probar su coraje frente a los archi-villanos más peligrosos y malvados del universo mientras que mi viejo, como mucho insultó a un cana desde su auto en movimiento y así estar a la altura de la Liga de la Justicia.

Con los años descubrí que sus brazos no eran tan anchos, sus puños no eran de acero y si bien desde sus ojos nunca vi salir nunca una lágrima, tampoco fui testigo de que lanzaran rayos ultravioleta que derriten una puerta de hierro ultra secreta.


No podría precisar hasta que edad, pero durante muchísimos años en mi imaginario el tipo era un gran luchador. Un cerebro capaz de desmantelar el mecanismo de auto defensa de cualquier organismo mundial. Engañaría a las mejores elites de soldados de Europa del este y lograría que cualquier cartel narco de México o Colombia se vieran como una mala serie de Netlix o Amazon Prime Video. Lograría de La cosa nostra un pic nic de primavera en los bosques de Palermo.

¿Será que de chico compartíamos gran cantidad de películas de Steven Seagal, Chuck Norris o Bruce Lee? Algunas las vi de grande, no eran tan buenas. Viejo: ¿las veías por mi? No imagínas cuánto agradezco tu esfuerzo. No hay que ver de grande las cosas que nos gustaban de chicos. Como dice el gran Sabina, "al lugar donde fuiste feliz, no debieras tratar de volver". No hagan la prueba, es derrotar a un héroe, en serio. Es como ver a Súperman en calzoncillos, pero descoloridos y con el elástico gastado.

Hoy mi viejo hoy está algo más grande, seguramente no pueda vencer a Skeletor, pero si lo hizo una vez, hace mucho tiempo. Cuando discutí con un amigo. El de él no era mucho menos, había matado a Rambo, era doble cinturón negro, soldado, ninja y como si fuera poco, también era policía. Al oír estos logros, mi viejo automáticamente fue asentido a General. Y mientras yo veía un pájaro o un avión, el de él volaba como si fuera Superman. Dicen que un padre es capaz de quitarse la comida de la boca por un hijo, pero sepan que el mío, en milésimas de segundo aprendió todas las artes marciales juntas para superar en mérito las dos bazokas que el papá de mi amigo tenía en su casa.

Tantas veces que fui a su casa y nunca fue capaz de mostrármelas ¿Dónde las guardaría? Hubiera sido un hipócrita si me enojaba, al final nunca le mostré el tanque que manejaba mi viejo cuando fue a la guerra y derrocó un ejército de zombis. Bueno, tuvimos que venderlo. Justo el día antes de festejar mi cumpleaños en casa. Se lo hubiera mostrado a todo nene que nunca creyó esa historia.

También recuerdo que llegaba un momento de la discusión donde no quedaba claro cuál de los padres era el más fuerte, ni cual mataría al del otro. Por suerte con el chiquito nos amigamos antes de que alguno de los dos tuviera que llamar al suyo para que intervernga, sino creo que nunca hubiera podido contar esta historia.

No sé cómo me irá a ver mi hijo el día que lo tenga y crezca. Pero por las dudas arranqué el gimnasio.


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