YO SÍ ENTIENDO A LAS MUJERES

Entender una mujer es más difícil que entender a un hombre dado que ni siquiera una mujer puede entender a una mujer. Por el contrario, un hombre, mejor se entiende con un hombre. Para argumentar esto basta con dar un pequeño ejemplo, las peleas. Varían en cantidad y calidad pero es sabido que las chicas se pelean más que los chicos. Una mujer siempre encuentra un motivo para enojarse, ofenderse o gritarse con una amiga. ¿Será que son más sensibles? ¿Manejan otros niveles de susceptibilidad? El hombre es más sencillo para las amistades. La base de la amistad es entenderse y pasar un buen rato juntos, no se busca competir. Es una relación equilibrada donde cada uno aporta lo suyo. Los roles están distribuidos y conviven en perfecta armonía. Vos sos el gracioso, yo el deportista, vos el que tiene todas las minas y él cuenta las buenas anécdotas. Un hombre no se ofende, ni siquiera conoce esa palabra. Un hombre te manda a la mierda. Y te manda en el momento, en la cara, con dos palabras o como mucho te da una trompada que da lugar a un tonto juego de manos que termina en un fuerte abrazo. Las mujeres suelen decir que los hombre son más fríos, que no se cuentan nada. A lo que un hombre responderá “si yo me peleo con mi novia, voy a estar muy triste y para esa tristeza es mejor un partido de fútbol o una playstation que juntarme con los chicos a hablar mal de mi ex”.

Las peleas entre chicas acostumbran a pasar por distintas etapas. Lo curioso es que la pelea no se desata inmediatamente. Es algo mas bien lento, progresivo.
El diccionario de la mujer podría definir a la pelea como el resultado de un “ir acumulando”. Dicho en otras palabras es ir llenándose de ira, coleccionando comentarios fuera de lugar y actitudes que no caen bien. En lugar de decirlo en el momento prefieren guardarlo hasta que un día se cansan y empieza la guerra no declarada. Pasan a estar peleadas y la que se cansó de acumular y acumular no le hace saber a la otra de su enojo, sabe que se va a enterar por las demás. Así es como dejan de llamarse, de hablarse, etc. No importa cuál tenga razón, sino cuál va a dejar de lado su orgullo y hará algo por reconciliarse. De todas maneras creo que hay un montón de positivos en su manera de ser amigas. Son más constantes y cercanas. Sino fíjense en esta diferencia, las mujeres tienen una mejor amiga, los hombres no. Esto es así desde que son chiquitas. Es probable que el primer puesto pase de manos los primero años de vida, pero siempre va a haber una mejor amiga.
La que más te conoce, con la que de chica compartiste tanto la ropa que el padre de ella debería haberte dado una extensión de su tarjeta de crédito. Son un grupo numeroso de amigas, pero una de ellas es tu mejor amiga. La que tanto te ayudó para conquistar a tu novio, pero que hoy le parece un boludo. Las mejores amigas no se llevan bien con tus novios y viceversa.
Los mejores amigos en cambio son todos. Por lo general son grupos más numerosos, es cierto que con uno tenés un poco más de relación. Pero no es tu mejor amigo, a lo mejor de chico vivía más cerca entonces ibas más seguido a su casa, pero no se tiene un mejor amigo. Y si lo tenés no lo andás diciendo todo el tiempo a toda persona que conozcas. Mas allá de todas estas diferencias lo importante es que pasan los años y los amigos tienen que seguir estando. Está bueno que uno sepa que puede contar con ellos siempre. Bueno, quizás las mujeres se necesitan un poco más. Como decíamos antes son más sensibles. Una mujer se deprime, está triste. Ellas no saben bien por qué, no hay una razón precisa. Están así, boludonas, lloran, después se ríen, no quieren que las jodan, pero quieren que les presten atención. Un día se despiertan mal y pueden seguir así una semana o dos.
Cuando hablábamos de que las mujeres acumulan bronca decíamos que está conducta se daba entre amigas, pero cuidado porque este fenómeno alcanza otros escenarios. El novio o marido le preguntará una docena de veces si le pasa algo y la respuesta será la misma, “nada”. Pero un buen día, por una pavadita, algo menor, una tontería nos enfrentaremos a nuestro propio prontuario. Una larga lista de reproches, entendibles o no, caerán sobre nuestra conciencia, todos de golpe sin dar lugar a la más mínima reacción.

Los problemas en la pareja, las dudas existenciales por parte de ellas es uno de los misterios más desconcertantes que puede llegar a vivir un hombre. Los primero síntomas aparecen cuándo uno nota que están algo molestas. Tampoco se sabe con qué, pero las reacciones son algo articuladas, se brotan por detalles que otras veces hubieran pasado desapercibidos.
- No me gusta esa camisa que te pusiste
- Pero si la elegimos juntos
- Bueno, pero ahora no me gusta.
¿Es la camisa? No, no es la camisa. Algo anda pasando por esa cabecita y es ahí cuando hay que estar más atentos. Digamos que tenemos dos problemas. El primero, qué le pasa a esta mina y el segundo, cómo lo soluciono. Lo más natural es que uno empiece a hacer de todo por la relación. Tratar de complacerla, darle todos los gustos, ser más atento, más chistoso, proponer cosas para hacer. ¡No lo hagas! Es peor.
Cada uno de tus actos será usado en tu contra. “¿A tomar algo? ¿a dónde? No, dejate de hinchar, ¿no ves que estoy cansada?”. Cuánto más hagas, peor va a ser. Vas a empezar a caer como una catarata y un día tus sospechas se harán realidad. Ella no sabe por qué, pero no está bien. - “Así no puedo seguir” – “Así ¿cómo?” – “Así”. Sin entender bien qué hiciste para lograrlo perdés a tu pareja y bajo el conocido “¿quién entiende a las mujeres” te mandás a mudar. Unas semanas después, cuando se le pase todo, vuelve a la normalidad y vos nunca vas a saber qué pasó en el medio. ¿Se enamoró de otro? ¿Tuvo un brote de adolescencia y salió a bailar todas las noches? ¿Le estoy dedicando poco tiempo? ¿Me volví feo? ¿Tengo que adelgazar? Basta, no sigas, no te hagas más preguntas porque no tiene sentido. La respuesta es una interminable lista de “puede ser” que no llevan a nada. Lo recomendable en estos casos es sentarse a esperar a que ella se aburra de no saber qué le pasa y se le pase.

La primera vez en la mujer ya todos sabemos que es muy especial. No puede ser cualquier cosa. Al hombre poco le importa y cuánto antes y más fácil mejor. El hombre es más abierto en ese aspecto, sin embargo a la hora de fijarse en el sexo opuesto es más predecible. Se fija primero en lo de afuera y si pasa ese filtro la mirada está puesta en otros detalles. Los de adentro, los que todos ya conocemos.
La mujer es distinta, es cierto que tiene que haber algo de belleza en el otro como para que les resulte atractivo. Sin embargo una canción de Patricio Rey y sus redonditos de ricota dice “las minitas, aman los payasos y la pasta de campeón”. Yo creo que es acertada esta observación del Indio Solari ya que nada dice sobre si tenemos que ser lindos o feos. Un feo con alguna de estas características: gracioso, divertido, inteligente, carismático, intelectual, caballero se vuelve interesante. Es alguien al que les gustaría conocer más. “A ver qué tiene este tipo para decir”.
No se si es complejo de Edipo o no, pero las chicas tienden a buscar un hombre que las adopte, que las cuide. Alguien a quién poder mirar embobadas y escucharlo hablar. Disfrutar ese momento sin decir nada. De esta manera es cómo el cuento de Cenicienta se da vuelta. El hombre después de las doce se convierte en lindo. Esa panza es pancita y ese pecho peludo es el de un osito. La nariz le da personalidad y esa camisa ridícula tiene onda. A lo mejor sea una opinión muy personal, pero la mujer elige al hombre y no al revés.

Para ir terminando podemos concluir en que las mujeres obviamente no son todas iguales, que en cada una hay un mundo por descubrir, y que no es nada fácil. Por suerte no hay un manual que las defina, porque si lo hubiera perdería la gracia. Nos gustan así, difíciles, complicadas, inalcanzables. A una mujer no se la conoce o deja de conocer de un momento a otro, se la conoce todos los días. Sin ellas nuestra vida no tiene sentido.

A continuación algunos tips que intentan acercarse un poco más a la mujer. No todas las mujeres entran en todos y cada de uno de ellos, pero seguramente encuentres más de uno en el que te veas reflejada.

UNA MUJER:

Le gusta más la ropa que se compra la amiga.
Condimenta con mayonesa.
Siempre tiene frío.
Los hombres muy lindos, son feos.
Se lava mucho los dientes.
No dice rojo, dice colorado.
Pregunta como era el vestido de la novia en un casamiento.
En los colectivos prefiere sentarse al lado de otra mujer.
Agarra el choripan con las dos manos.
Ama el helado.
Cuando cambia de canal mueve el control remoto como si fuera a salir un rayo.
Cuando baila canta las canciones.
Los días húmedos se recoge el pelo.
Prefiere que la carne esté bien cocida.
Cuando abre la puerta se fija como estás vestido.
Lleva abrigo a la playa.
No cuenta chistes.
Su jefe es un baboso.
Mira por el espejo retrovisor, acto seguido se acomoda el pelo.
Pide empanadas de verdura y su preferida es la de jamón y queso.
Tira los chicles en el cenicero.
Hace camisetas de fútbol con la tapa de las marquillas de cigarrillo.
En una charla de café tiene que tener algo en la mano y despedazarlo.
En invierno se depila menos.
Llora en el baño.
Controla la dieta de su novio o marido.
Se emociona en los casamientos aunque no conozca a los novios.
Es cierto que tienen un sexto sentido.

1 comentario:

  1. Acertado en muchas cosas!!!! jajajaj!

    Tengo una GRAN CONTRITRIBUCIÓN a tu sabiduría:
    Para nada hay que esperar a que se le pase eso que no sabe que le pasa, es altamente perjudicial!
    Definitivamente ante semejante cuadro, el hombre TIENE que hacer o decir algo. Igual vamos a poner cara de tuje o largar algo bien clichè tipo "ves que no me escuchas?" Y simultaneamente, la vocecita en la cabeza aparece casi por default: "que paciencia me tiene este pibe, si se me va por este berrinche me mato".

    ResponderEliminar