¡MANCHA!

Hace horas que lo intento y no puedo lograrlo. Que lo esté buscando no significa que lo vaya a encontrar y eso es lo que me empuja a creer que tengo razón aunque no quiera.

La palabra mancha no tiene otra connotación que no sea negativa. ¿Mancha es un sustantivo, un adjetivo o ambos?

Una remera, lamentablemente está manchada y una equivocación puede ser una mancha en nuestras vidas. Metáfora o realidad, una mancha no nos conviene. No importa si sale o no. La de vino sale con sal escuche miles de veces, pero hubiéramos preferido no mancharnos.

Diferente es con qué nos manchemos. No es lo mismo con pintura, salsa o una bebida. Tampoco la pelota de Diego Armando Maradona, y mucho menos una traición. Haciendo de dos ejemplos uno solo.

Las manchas, se borren o no, son manchas. Como hincha del equipo más grande de Argentina, me duele reconocerlo, pero es verdad. Siguiendo con el paralelismo, de una mancha se puede volver más grande y lograr todo y más. Se los juego de acá a Madrid.

Hasta los chicos, con toda la inocencia que eso implica le escapan a la mancha. Y cuando creo haber cerrado el último de mis argumentos, justamente ahí me encuentro con su contra cara. La mancha no es tan mala. Una vez más, esas personitas me dan una lección.

¡Jugar a la mancha es divertido! Hasta cuando no estaba jugando, si venía alguien corriendo, y me tocaba la espalda al grito de "mancha", automaticamente estaba jugando. Así de rápido, así de simple. Sin lugar a descargo, queja o exposición Y lo hacía aún más puro que a nadie se le ocurría acusar objeción. Te toca, te mancha. Corré.

La mancha es algo imaginario, no vale la pena explicarlo. Hay que ser un chico para poder verla. Va de una persona a otra, cargada de vertigo, de adrenalina. Nadie la quiere, pero reparte sonrisas, anécdotas, tropiezos, gritos, carcajadas, locura.

¿Será eso? ¿Locura? Y de serlo, es de la linda. De la que no merece ningún tipo de explicación. El barro era el mejor testigo de que acabábamos de jugar un increíble partido de fútbol y las madres tenían que entenderlo. Una camiseta embarrada era la única mancha que no nos costaba un reto.

¿Los chicos tienen la gran capacidad de ver lo bueno donde los grandes ven lo malo?

Lo pregunto porque tal vez todavía soy un chico.


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