PERRO QUE LADRA, NO ENTIENDO

Si después de seis meses que me mudé el perro de mi vecina me sigue ladrando. ¿El problema soy yo o el perro de mi vecina?

A mis 8 años un amigo de mi viejo llegó a comer a mi casa con una perra de pocos meses. Una ovejera, manto negro que lloró (no ladraba, lloraba) toda la noche y al día siguiente jugamos todo el día. A partir de entonces comenzó mi amistad con todos los perros del mundo. Los gatos no, no me gustan. Miran con mucha superioridad, juraría que leen mi mente.

La relación con un perro no se comprara con la de ningún otro ser vivo. Tienen buena onda, están casi siempre de buen humor. Un perro es como un niño eterno. Siempre quiere jugar, siempre quiere comer, siempre quiere romper algo. Si los despertás no se ponen de mal humor y si te tirás un pedo lo huelen. Así es fácil ser amigo de un perro. Lo único que tengo para criticarles, que hace años que intento explicarme y por más que piense y piense no voy a averiguar es por qué ladran. ¿Por qué ladra un perro? ¿Por qué con tanta facilidad? No hay otro animal al que Dios le haya dado un sonido, que lo use tanto. Dejemos de lado a los pájaros que vendría a ser como la música de fondo que tiene la tierra.

El perro ladra cuando está enojado. Ésa la entiendo, pero todos los otros ladridos? Cuando un perro ladra y después lo hace otro, ¿le está contestando? En un principió pensé que cada raza tenía su propio idioma, pero en más de una oportunidad vi a perros de distintas razas ladrarse hasta el cansancio. Cuando estaba por desechar esta hipótesis supuse que así como los humanos saben varios idiomas, los perros también.

Cuando un perro me ladra tengo miedo de perder esa amistad de tantos años. No se cómo responder, no entiendo qué me piden, si es que me piden algo. Enseguida le pregunto qué pasa, pero claro no me entienden y como ladrar no sé nos quedamos mirando esperando que alguno de los dos solucione el problema.

Un gran amigo llegó a una conclusión que la primera vez me sonó estúpida. La segunda también. La tercera, increíble. Un perro no sabe que es perro. El perro cree que es uno de nosotros. Por eso se sube al sillón o a la cama. Si me dejaran todos los días encerrado en mi casa, casi a oscuras, seguramente me comería las zapatillas de todos los que viven en esa casa. "¿A dónde van? Yo voy también". "Yo también quiero asado, qué eran esas piedritas que me diste?".

Creo que es mejor seguir sin saber por qué ladran y qué dicen cuando lo hacen. Si habláramos el mismo idioma no seríamos tan buenos amigos.

Dedicado a Candy e Igor.


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