ENTRE LA ESPALDA Y LA PARED


¿Por qué donde hay una reunión con mucha gente y poco espacio, el que se apoya contra una pared y apaga la luz con su espalda es el último en darse cuenta que acaba de apagar la luz? Y no solo eso, muchas veces no se da cuenta si alguien no se lo hace notar. 

Por lo general estas cosas pasan durante una clase o exposición y le ocurren al último en llegar que, como lo hace tarde y le da vergüenza cruzar la sala por un asiento, se tira contra la primera pared que encuentra con tal de que dejen de mirarlo.  Y cuando comete esta torpeza no se apagan todas la luz de la sala sino que siempre alguna tecla zafa.

Como es una reunión, naturalmente alguien está hablando y los primeros en notarlo, para no interrumpir la reunión, intentarán avisar de la ausencia de luz al responsable, a través de diversas señas. (el orador también lo notó. Intenta seguir como si nada, pero le cuesta disimularlo). La más común de las señas: cabecear hacia la luz y atravesar al culpable con la mirada. Lo triste del cuadro se completa cuando éste no percibe la presente oscuridad  de luz, recién llega, y le lleve varios segundos descifrar que él es el causante de esta distracción general.

Una vez interrumpido todo, el responsable pedirá disculpas y encenderá al luz. Hasta acá podemos decir "no pasó nada" fue un accidente, a cualquiera le puede pasar. Lo lamentablemente es no poder dar por terminado el infortunio acá. ¿Cuánto tiempo pude llegar a pasar? no importa, pero va a volver a pasar. Olvidado el episodio, está persona ya se desentendió del problema de la teclita y ahora está compenetradísima en la causa que lo trajo hacia este espacio. Cambiará varias veces la postura de su cuerpo, las manos atrás de la cola, brazos cruzados o apoyarse sobre el hombro de costado y en uno de esos intentos por buscar comodidad en la pared... lo hará de nuevo.

Por suerte todavía hay humanos que no tropiezan dos veces con la misma piedra y más rápida su mano que su mente solucionará raudamente su estupidez. Pero cuidado que no todos reaccionan igual a estas involuntarias exposiciones. Una de las cosas más peligrosas de la estupidez es cuando dobla la apuesta. Puede pasar que en el intento de encender la luz, esta vez lo haga con la tecla que antes perdonó y termine apagando todas las luces de la sala. El día que tenga que pasarme, aprovecharé la oscuridad y me voy de la sala, de la empresa y si el pasaporte está al día, me voy del país.

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